Colour Perception Explained: Do We See the Same Colours? - Bean Bags R Us

Percepción del color explicada: ¿Vemos los mismos colores?

1vemos los colores de la misma manera? 1O los percibimos de forma diferente? Es una pregunta complicada y no hay respuestas sencillas.

¿Vemos los colores de la misma manera? ¿O los percibimos de forma diferente? Es una pregunta complicada y no hay respuestas simples. Las investigaciones muestran que experimentamos los colores de manera distinta según factores como el género, el origen nacional, la etnia, la ubicación geográfica y el idioma que hablamos.

Es una cuestión filosófica milenaria y, desafortunadamente, no es algo que probablemente resolvamos pronto. Eso se debe a que todo lo que percibimos es una experiencia subjetiva. Nuestra mente construye imágenes en nuestra percepción consciente a partir de la información luminosa que entra por los ojos, y ese proceso es invisible para las herramientas científicas. En el curso ordinario de la vida, esto no causa mucho problema. Pero sí plantea la pregunta: ¿vemos los mismos colores? No importa si el rojo de una persona es el azul de otra. Sin embargo, cuando se trata de la selección de productos, sí hace una diferencia. En Bean Bags R Us, podríamos afirmar que un producto es de color oliva, pero tú podrías verlo como marrón claro. O podríamos decir que es gris cuando tú lo ves como topo, lo cual no es una buena elección. Incluso un miembro de la familia puede no estar de acuerdo contigo sobre el nombre de un color debido a la percepción individual. Algunos idiomas no distinguen léxicamente entre azul y verde, mientras que otros pueden agrupar el azul con el gris o el negro, reflejando categorías de color distintas. Ciertos idiomas, como el dani y el lani, tienen solo dos términos básicos para colores: oscuro y claro, representando los colores más fundamentales y mostrando aún más cómo el lenguaje moldea la percepción del color.

Las categorías de color varían entre culturas e idiomas, y algunos idiomas tienen términos específicos para tonos, como azul oscuro o gris.

¿Ves lo que yo veo? Es profundamente filosófico

Los investigadores creían en gran medida que todos veíamos los colores de manera similar en el pasado. Pensaban que nuestras mentes tenían formas específicas de representar los colores, por lo que asumían que las percepciones serían iguales. Después de todo, la gente esencialmente está de acuerdo en el color de las cosas en el entorno. El cielo es azul; el sol es amarillo; la hierba es verde, y así sucesivamente. Sin embargo, experimentos más recientes ponen en duda esta visión. No hay una razón fundamental por la que nuestras mentes deban representar los colores de la misma manera. Algunas personas podrían rotar la rueda de colores. Lo que tú ves como verde, ellos lo ven como amarillo. Las diferencias individuales en biología y genética, como variaciones en las células cónicas y genes, contribuyen a estas variaciones en la percepción del color. Su experiencia consciente es diferente. Debido a que la mente genera el color subjetivamente, es difícil para la ciencia manejar el tema. Teóricamente, la tecnología avanzada podría escanear cada proceso químico y eléctrico en tu cerebro y decir: "Esta persona está viendo el color amarillo". Sin embargo, no importa cuánto escanee un investigador, nunca podría saber si tu experiencia subjetiva del color amarillo es la misma que la de otra persona. Incluso cuando las personas están de acuerdo en los mismos colores, sigue siendo incierto si realmente están percibiendo los mismos colores debido a estas diferencias individuales. La visión del color permite la percepción de diferencias entre luces de diferentes frecuencias, independientemente de la intensidad de la luz. Tanto factores biológicos como ambientales influyen en estas variaciones en la percepción del color.

Introducción a la percepción del color humana

La percepción del color humana es un proceso fascinante que nos permite experimentar el vibrante mundo que nos rodea. Cuando la luz entra en el ojo humano, es detectada por células especializadas en la retina llamadas células cónicas. Estas células cónicas son sensibles a diferentes longitudes de onda de luz, específicamente rojo, verde y azul. A medida que la luz de varias longitudes de onda incide en la retina, estimula estas células cónicas en diferentes combinaciones. Las señales de las células cónicas se envían luego al cerebro, que las interpreta como colores específicos, un proceso conocido como percepción del color, donde factores fisiológicos, psicológicos y ambientales juegan un papel en cómo experimentamos y distinguimos los colores. Esta colaboración entre el ojo y el cerebro es lo que nos permite percibir cielos azules, hierba verde y todo el espectro de colores en nuestro entorno. La forma en que vemos el color no se trata solo de la luz en sí, sino también de cómo nuestro cerebro procesa y da sentido a esa información. Entender la percepción del color humana es esencial en campos como la ciencia de la visión, la psicología y el diseño, donde la forma en que percibimos el color puede influir en todo, desde cómo nos comunicamos hasta cómo experimentamos el mundo.

El filósofo David Chalmers

El filósofo David Chalmers llama a esto el 'problema difícil de la conciencia'. Los científicos pueden escanear el cerebro todo lo que quieran y mapear todos los detalles, pero nunca pueden predecir cómo se siente experimentar un color particular. Chalmers aclara el punto con un simple experimento mental. Él, como muchos otros, cree que algún día podría ser posible mapear el cerebro, medir todas las reacciones químicas y decir: 'por eso ocurre la conciencia'. Sin embargo, ninguna cantidad de ciencia podrá decirnos por qué las experiencias conscientes se sienten como se sienten. Tampoco la ciencia puede decirnos por qué la naturaleza permite la experiencia consciente en absoluto. Podemos investigar todas las reacciones químicas cuanto queramos, pero nunca podremos usarlas para entender por qué surge la experiencia subjetiva. Eso parece ser un hecho bruto de la naturaleza. Digamos que ves un puf amarillo que te gusta en línea. Tu monitor emite el color amarillo en luz visible que viaja como una onda antes de golpear la retina en la parte posterior de tu ojo. La retina recibe la información y la convierte en una cadena de información química. Esta información química luego viaja a lo largo del nervio óptico hasta la corteza visual. Este proceso subyace a nuestra percepción visual del color, permitiéndonos distinguir diferencias en longitudes de onda de luz, pero no explica la experiencia subjetiva del color en sí. Cómo percibimos el color puede variar entre individuos, influenciado por la genética, el procesamiento cerebral y la experiencia personal, haciendo que la percepción del color sea un fenómeno exclusivamente subjetivo. El cerebro luego usa los datos para construir una imagen del puf amarillo que ves en tu monitor en tu mente. La retina, que procesa el color, está cubierta por millones de células sensibles a la luz, incluyendo bastones y conos.

Reacciones químicas

Ahora imagina que pudieras observar todas las reacciones químicas involucradas en el procesamiento de la información visual que entra por tus ojos, permitiéndote ver cada pequeño cambio en el cerebro. Sin saber qué era el color amarillo de antemano, ¿podrías deducir cómo se siente experimentarlo a partir de la información química en tus nervios? Filósofos como Chalmers dirían que no puedes. No importa cuántos datos objetivos recolectes; nunca podrás racionalizar por qué la experiencia del color amarillo es como es. Nuestra comprensión del amarillo es intransigentemente personal.

La ciencia de la visión del color

La ciencia de la visión del color se explica mediante dos teorías: la teoría tricromática y la teoría del proceso oponente. Estas dos teorías juntas proporcionan una comprensión completa de cómo los humanos perciben el color. Según la teoría tricromática, el ojo humano contiene tres tipos de células cónicas, cada una sintonizada para detectar diferentes longitudes de onda de luz: rojo, verde y azul. Estos colores básicos forman la base de nuestra visión del color, y al combinar señales de estas células cónicas, nuestro cerebro puede percibir una gran variedad de colores. La teoría del proceso oponente añade otra capa, explicando cómo el cerebro procesa estas señales creando pares de colores opuestos, como rojo versus verde y azul versus amarillo. Esto nos ayuda a distinguir los colores con mayor claridad y explica por qué ciertas combinaciones de colores, como rojo y verde, son difíciles de ver juntas. La visión del color no es exclusiva de los humanos; muchos animales en el reino animal, desde aves hasta insectos, dependen de la visión del color para sobrevivir, usándola para encontrar comida, evitar peligros y comunicarse. La capacidad de percibir diferentes longitudes de onda de luz es una adaptación notable que moldea cómo interactuamos con el mundo.

Comprendiendo el espectro de color

El espectro de color, a menudo llamado espectro visible, es el rango de longitudes de onda de luz que el ojo humano puede detectar. Este espectro incluye todos los colores que vemos en un arcoíris: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta. Cada color corresponde a una longitud de onda específica, con el rojo en el extremo más largo y el violeta en el extremo más corto del espectro. El espectro de color es una piedra angular de la ciencia del color, ayudándonos a entender cómo se producen y perciben diferentes colores. En términos prácticos, el espectro de color se usa en todo, desde el diseño de iluminación —donde otros colores pueden establecer el ambiente de una habitación— hasta la tecnología digital, donde las pantallas mezclan diferentes colores para crear imágenes realistas. La capacidad de percibir y distinguir muchos colores diferentes dentro del espectro es fundamental para cómo experimentamos el mundo visualmente, ya que nuestros ojos y cerebros trabajan juntos para identificar una gran variedad de colores. Incluso en la cromoterapia, se cree que el espectro de color influye en nuestras emociones y bienestar. Herramientas como Pantone y otras guías de color ayudan a organizar y describir la amplia gama de colores que vemos; las estimaciones de cuántos colores pueden percibir los humanos a menudo alcanzan millones, dependiendo de la sensibilidad individual y la variación de tonos. Al entender el rango visible de luz y cómo interactúa con el ojo humano, podemos apreciar mejor la riqueza y variedad de los colores que nos rodean cada día, especialmente porque algunas personas, debido a diferencias genéticas o perceptivas, pueden percibir más colores que otras.

El papel del ojo humano

El ojo humano es la puerta de entrada a nuestra experiencia del color, desempeñando un papel vital en cómo percibimos el mundo. La luz entra en el ojo y se enfoca en la retina, una delgada capa de tejido en la parte posterior del ojo. La retina contiene millones de células sensibles a la luz, incluyendo células cónicas y bastones. Las células cónicas son responsables de detectar el color y están más concentradas en el centro de la retina, permitiéndonos ver detalles finos y tonos vibrantes. Los bastones, por otro lado, son más sensibles a niveles bajos de luz y nos ayudan a ver en condiciones de poca luz, aunque no contribuyen a la percepción del color. Aunque el ojo humano es capaz de detectar una amplia gama de colores, tiene sus limitaciones. Por ejemplo, el daltonismo ocurre cuando uno o más tipos de células cónicas están ausentes o no funcionan correctamente, dificultando distinguir ciertos colores. Las personas con estas deficiencias se denominan daltónicas, ya que no pueden percibir algunos colores con precisión. A pesar de estos desafíos, el ojo humano sigue siendo un órgano increíblemente sofisticado, permitiéndonos experimentar la belleza y diversidad del color en nuestra vida cotidiana.

Nuestros cerebros pueden 'inventar' nuevos colores

Dado estos problemas filosóficos, los investigadores están bastante limitados en su capacidad para abordar la pregunta, ‘¿Ves lo que yo veo?’. Entrar en la mente consciente de otra persona y ver lo que ella ve no es algo que el universo permita (hasta donde sabemos). Sin embargo, los investigadores están explorando preguntas relacionadas. Una línea de investigación es si nuestros cerebros pueden generar nuevos colores tras cambios en el aparato sensorial de luz en la parte posterior del ojo. Los investigadores eligieron experimentar con monos ardilla machos porque solo tienen tipos de conos sensibles al azul y verde en la parte posterior de sus ojos. Estos monos son funcionalmente daltónicos para el rojo, ya que carecen del tipo específico de célula cónica sensible a longitudes de onda rojas. Para ellos, el rojo es indistinguible de otros tonos de gris. Así que cuando se les presentan puntos rojos sobre un fondo gris, no responden a ellos. En el experimento, los investigadores inyectaron a los monos un virus que convirtió algunos conos sensibles al verde en un nuevo tipo de célula cónica sensible al rojo. Esto introdujo un nuevo tipo de cono, permitiendo a los monos percibir más colores y distinguir colores que antes no podían. Los cerebros de los monos no podían ver el rojo antes, pero una vez inyectados con el virus, pudieron distinguirlo del mismo fondo gris. Por lo tanto, la pregunta es, ¿qué color vieron? Desde nuestra perspectiva, lo increíble de este experimento es que los monos tuvieron una nueva experiencia fenomenológica. Pudieron ver un color que antes no podían ver. La adición de un nuevo tipo de cono permitió la percepción de más colores. Les permitió distinguir colores que antes eran indistinguibles, similar a cómo algunas personas con tipos adicionales de conos pueden ver un espectro más amplio. Una vez que tuvieron el aparato visual para detectarlo, su cerebro lo creó. Las personas con daltonismo total son muy raras, haciendo que estos casos de percepción alterada o mejorada del color sean aún más fascinantes.

¿Ves lo que yo veo? Colores imposibles

No solo los monos pueden ver nuevos colores. Resulta que nosotros también podemos. La corteza visual humana tiene dos tipos de neuronas oponentes que funcionan de manera binaria: el oponente azul-amarillo y el oponente rojo-verde. Críticamente, estas neuronas no pueden enviar señales de los mismos colores al cerebro simultáneamente. Son o azul/rojo o amarillo/verde, no ambos. Ahora, podrías pensar, sí, pero yo puedo ver verde, que es una combinación de azul y amarillo, o marrón, que es una combinación de rojo y verde. Pero no es exactamente así. Estos colores son mezclas, no pigmentos únicos que sean igualmente rojos y verdes o azules y amarillos. Algunos colores, conocidos como colores imposibles, desafían la experiencia visual normal porque nuestras neuronas oponentes no pueden procesarlos como un solo color, destacando las limitaciones de la percepción del color humana. El concepto de colores imposibles desafía nuestra comprensión de la percepción del color y es abordado por dos teorías principales: la teoría tricromática y la teoría del proceso oponente.

En cuanto al amarillo, la mayoría de las personas están de acuerdo en qué constituye un amarillo puro, a pesar de que las experiencias subjetivas varían.

Los años setenta y ochenta

En los años setenta, los investigadores pensaban que el cerebro humano no podía ver verdaderos colores azul-amarillo o rojo-verde debido a cómo disparan las neuronas individuales. Pero en los años ochenta, un par de investigadores, Thomas Piantanida y Hewitt Crane, idearon un experimento que engañaría a los ojos para ver estos colores imposibles. Los sujetos miraban una pantalla que mostraba rojo y verde lado a lado mientras usaban dispositivos para estabilizar la cabeza y detectar movimientos oculares. La tecnología ajustaba las imágenes para que los participantes siempre recibieran la misma cantidad de luz roja y verde en sus ojos. Después de un tiempo mirando las fotos, la mayoría de los participantes reportaron ver nuevos colores formándose a lo largo del borde entre rojo y verde por primera vez: el supuesto color imposible. La comunidad académica creyó que los resultados eran falsos, por lo que las ideas sobre colores imposibles pasaron de moda. Sin embargo, en 2010, nuevas y mejores investigaciones confirmaron los resultados anteriores, sugiriendo que humanos y monos ardilla pueden percibir nuevos colores.

Estos hallazgos plantean una pregunta interesante: ¿cuántos colores pueden percibir los humanos? El número de tonos de color distintos que el ojo humano puede detectar es vasto, pero puede variar entre individuos, especialmente aquellos con deficiencias en la visión del color. Herramientas como Pantone se usan a menudo para organizar y describir la amplia gama de colores que podemos ver.

La idea de que podrías percibir un color nuevo que nunca has visto antes suena loca cuando la escuchas por primera vez porque es imposible imaginar la experiencia. Sin embargo, eso se debe a que no podemos recordar la novedad visual. Aprendemos a percibir todos los colores que veremos antes del año de edad. No es así con otros sentidos. Probamos nuevos sabores todo el tiempo. Por ejemplo, si nunca hubieras probado el hinojo y lo probaras, lo experimentarías como algo diferente a comer una naranja. Lo mismo ocurre con los sonidos e incluso el tacto. Nuestros cerebros crean formas de representar instantáneamente estas experiencias a nuestro yo consciente. ¿Por qué la percepción del color sería diferente?

Espacios de color y tecnología

Los espacios de color son herramientas esenciales en el mundo de la tecnología y el diseño, proporcionando un marco para crear y reproducir colores en diferentes medios. Un espacio de color es un modelo matemático que define cómo se representan los colores, ya sea en una pantalla digital, en impresión o en cine. Los espacios de color comunes incluyen RGB (rojo, verde, azul), que se usa en pantallas digitales, y CMYK (cian, magenta, amarillo, negro), que se usa en impresión. Cada espacio de color tiene sus propias fortalezas y limitaciones, influyendo en cómo aparecen los colores en diferentes contextos. Uno de los principales desafíos es reproducir con precisión diferentes colores y asegurar la consistencia de los colores en varios dispositivos y medios, ya que cada dispositivo puede interpretar y mostrar los colores de manera diferente. Los avances tecnológicos han hecho posible producir una amplia gama de colores con una precisión notable, gracias al control preciso sobre la combinación de luces o tintas. El software de gestión del color asegura que los colores permanezcan consistentes en los dispositivos, lo cual es especialmente importante en industrias como el diseño gráfico, la moda y el diseño de interiores. En la producción de cine y video, los espacios de color se usan para la gradación de color, permitiendo a los creadores crear ambientes y estados de ánimo específicos. A medida que la tecnología continúa evolucionando, nuestra capacidad para manipular y experimentar el color se vuelve cada vez más sofisticada, moldeando la forma en que vemos e interactuamos con el mundo.

La complejidad del color

El color es mucho más que una experiencia visual: es una compleja interacción entre biología, psicología y cultura que moldea cómo vemos e interpretamos el mundo. En el corazón de la percepción del color humana están las células cónicas en nuestros ojos, receptores de luz especializados que responden a diferentes longitudes de onda de luz. La mayoría de los humanos tienen tres tipos de células cónicas, cada una sintonizada para detectar partes específicas del espectro de color: una para rojo, una para verde y una para azul. Este sistema tricromático forma la base de nuestra visión normal del color, permitiéndonos percibir una gran variedad de tonos al mezclar señales de estos diferentes tipos de conos y distinguir colores a lo largo del espectro visible.

Sin embargo, no todos experimentan el color de la misma manera. Las diferencias individuales en el número y la sensibilidad de las células cónicas pueden llevar a variaciones en la visión del color. Por ejemplo, las personas con daltonismo rojo-verde tienen dificultad para distinguir entre estos dos colores debido a diferencias en la capacidad de sus células cónicas para detectar ciertas longitudes de onda de luz. Estas variaciones subrayan cómo la biología del ojo humano influye en nuestras percepciones distintas del mundo que nos rodea. Aproximadamente el 8% de los hombres y el 1% de las mujeres tienen algún tipo de deficiencia en la visión del color, lo que la convierte en una condición relativamente común que afecta cómo los individuos perciben el mundo.

Las condiciones de iluminación también juegan un papel crucial en cómo percibimos el color. Bajo luz más brillante, nuestras células cónicas están más activas, haciendo que los colores parezcan más vivos y distintos. En ambientes más oscuros, nuestra capacidad para percibir el color disminuye y el mundo puede parecer deslavado o gris. El espectro de color en sí —que va desde colores cálidos como rojo, naranja y amarillo hasta tonos fríos de verde y azul— refleja las diferentes longitudes de onda de luz que nuestros ojos pueden detectar. La forma en que categorizamos e interpretamos estos colores puede estar influenciada por el trasfondo cultural, el idioma e incluso la experiencia personal, llevando a una rica diversidad de categorías y asociaciones de color en todo el mundo.

La teoría del proceso oponente añade otra capa a nuestra comprensión, sugiriendo que nuestros cerebros interpretan el color comparando la actividad de diferentes tipos de células cónicas. Esto ayuda a explicar por qué ciertas combinaciones de colores, como azul y amarillo o rojo y verde, se perciben como opuestos y por qué algunos tonos son más difíciles de distinguir. La deficiencia más común es el dicromatismo rojo-verde, que hace que el rojo y el verde parezcan indistinguibles, complicando aún más cómo algunas personas perciben estos colores opuestos.

La ciencia del color, el estudio de cómo percibimos e interpretamos el color, tiene aplicaciones prácticas en todo, desde el arte y el diseño hasta el marketing y la tecnología. Herramientas como los espacios de color ayudan a diseñadores e ingenieros a crear visuales que sean consistentes y atractivos en diferentes dispositivos y medios. Mientras tanto, la investigación sobre la percepción del color continúa revelando cuán variadas y complejas pueden ser nuestras experiencias del color.

Los humanos no son las únicas criaturas con visión del color sofisticada. En el reino animal, muchas especies han desarrollado sus propias formas únicas de ver el mundo. Algunas aves, por ejemplo, tienen cuatro tipos de células cónicas, lo que les permite percibir colores más allá del rango visible para la mayoría de los humanos. Estas diferencias en la visión del color entre especies subrayan la importancia evolutiva de poder detectar y responder a diferentes longitudes de onda de luz, ya sea para encontrar fruta madura, evitar depredadores o encontrar pareja. La capacidad de distinguir colores puede ser crucial para la supervivencia en estos contextos.

En última instancia, la complejidad del color radica en la intrincada danza entre nuestros ojos, nuestros cerebros y el mundo que nos rodea. Desde la biología básica de los receptores de luz hasta los significados culturales que atribuimos a diferentes tonos, la percepción del color es un recordatorio vívido de cuán diversa y fascinante puede ser nuestra experiencia del mundo. A medida que nuestra comprensión de la ciencia del color crece, también lo hace nuestra apreciación por las sutiles variaciones y las infinitas posibilidades que el color aporta a nuestras vidas. La mayoría de las personas con deficiencias en la visión del color no son conscientes de que los colores que perciben como idénticos parecen diferentes para otros, añadiendo otra capa de complejidad a la naturaleza subjetiva de la percepción del color.

¿Cómo respondemos a los colores?

Aunque percibamos los colores de manera diferente, los investigadores creen que respondemos a ellos emocionalmente de forma similar, algo que discutimos en esta publicación. El color estimula células cónicas específicas en la retina, enviando señales a través de vías neuronales al cerebro, que interpreta estas señales y conduce a respuestas emocionales. Las longitudes de onda azul claro, como las visibles al mirar el cielo, tienden a evocar una sensación de calma. El amarillo, rojo y naranja tienden a hacernos sentir más alerta. Estos colores cálidos, incluidos los naranjas, son procesados con mayor intensidad por el ojo humano, lo que nos permite percibir más variaciones en estos tonos. Estas respuestas parecen ser evolutivas. Los humanos las tienen, pero también otros mamíferos, peces e incluso organismos unicelulares para optimizar la actividad a lo largo de los ciclos de día y noche. La vida tiende a ser más activa durante los períodos de luz amarilla, como el amanecer y el atardecer, mientras que es menos activa durante los períodos de luz azul, como el mediodía y la noche. La luz más brillante mejora nuestra capacidad para percibir los colores vívidamente al activar células fotorreceptoras específicas en los ojos. Los investigadores hipotetizan que la vida es menos activa durante el mediodía debido a la radiación UV y en la noche debido a los depredadores. Curiosamente, no parece importar cómo los organismos detectan la luz azul o amarilla a través de ojos, parches sensibles a la luz u orgánulos detectores de luz. En cada caso, su comportamiento es similar. Se vuelven activos en la mañana y la tarde, mientras que durante la noche o el mediodía son menos activos. El color, más que la intensidad de la luz, podría ser lo que principalmente impulsa el cansancio: los receptores de melanopsina en el ojo miden la luz azul o amarilla, influyendo en las respuestas emocionales y los ritmos circadianos.

El conocimiento afecta los colores que percibimos

Lo que piensas sobre el mundo también cambia cómo percibes el color. Por ejemplo, si conoces a alguien que parece pálido. Sin algún tipo de conocimiento (instintivo o aprendido), no sabrías que algo está mal. Pero porque asocias la palidez con enfermedad, puedes detectar inmediatamente un problema. Los investigadores exploran regularmente este fenómeno cambiando el color de objetos cotidianos, como fresas, y observando cómo responden los participantes en experimentos. En un estudio, los científicos colocaron a voluntarios en una habitación iluminada con luces amarillas similares a las que se encuentran en variedades de bajo consumo usadas a menudo en estacionamientos. Estas luces interrumpen la capacidad del cerebro para detectar el color, haciendo que todo parezca pálido y marrón. En luz tenue o niveles muy bajos de luz, los bastones en la retina se vuelven más activos y la percepción del color disminuye porque los conos requieren una iluminación más brillante para funcionar. Cuando los participantes examinaron objetos en este ambiente, aún podían reconocer qué eran: una fresa era una fresa, pero no les daban ganas de comerla. Además, otros participantes parecían estar enfermos. La visión periférica es menos sensible al color, lo que puede afectar aún más cómo percibimos objetos en condiciones de iluminación difíciles. Los investigadores hipotetizaron que el cambio de color violaba el conocimiento de los participantes sobre cómo deberían verse objetos específicos. Las diferencias en las percepciones fueron particularmente evidentes respecto a cosas imperativas evolutivamente, como la comida y otras personas. Los participantes a menudo estaban dispuestos a comer alimentos con luz normal, pero menos dispuestos bajo luz amarilla. De manera similar, la mayoría de los participantes se veían atractivos con luz normal, pero con luz distorsionada por color, eran menos atractivos. Investigaciones como esta podrían explicar nuestras reacciones viscerales a caras rojas o piel pálida. Las asociamos con cosas como ira, vergüenza, enfermedad y dolencia. En términos evolutivos, ver en color completo fue ventajoso porque nos permitió navegar mejor nuestro entorno. Podíamos entender mejor el mundo que nos rodea sin tener que tocar o probar cosas primero. Así que podríamos interpretar los colores de manera diferente según nuestra respuesta emocional a ellos.

Nuestras respuestas cerebrales al color son similares

Otros experimentos examinan si nuestros cerebros responden a los colores de manera similar. Este enfoque no aborda el complejo problema de la conciencia de Chalmers: todavía no sabemos si la percepción es la misma. Pero sí nos dice si los cerebros, en general, procesan la información del color de manera similar. Los investigadores usaron técnicas de magnetoencefalografía para estudiar los patrones eléctricos en los cerebros de voluntarios después de exponerlos a varias imágenes de color. El color estimula vías neuronales específicas, conduciendo a patrones consistentes de actividad cerebral entre individuos. Usando escaneo y aprendizaje automático, crearon correlaciones entre diferentes cerebros para identificar similitudes. Los resultados fueron sorprendentes. Resultó que los cerebros de los participantes respondían a los colores de manera muy similar, sugiriendo que existe una firma roja o azul en el cerebro. Sin embargo, cada cerebro era ligeramente diferente. Luego, los investigadores preguntaron si las relaciones que una persona percibe entre colores difieren de las percibidas por otros. Entonces, ¿es igual la forma en que una persona relaciona el rosa y el rojo que otra? Resulta que nuestras relaciones entre diferentes colores también son similares. Así que cuando una persona ve rojo, también sabe que el naranja es un color similar. Como antes, no se puede probar si la experiencia de esos colores es la misma. Sin embargo, los investigadores ahora piensan que el cerebro forma consistentemente relaciones entre colores y personas basadas en la actividad neuronal.

¿Vemos los mismos colores?

Dado los problemas filosóficos descritos arriba, probablemente no sabremos si vemos los mismos colores. El amplio cuerpo de investigación sugiere que probablemente vemos aproximaciones de lo que otros ven. Hay diferencias en los bastones y conos en nuestros ojos. La mayoría de los humanos tienen tres tipos de células cónicas, lo que permite a la mayoría de las personas con visión normal del color percibir alrededor de un millón de colores. Las estructuras cerebrales responsables del procesamiento visual probablemente también causan diferencias. Esta variación es evidente cuando pides a las personas que seleccionen su mejor ejemplo de un color particular. Los investigadores encuentran que típicamente no estamos de acuerdo sobre qué tono es el más rojo o el más verde. Estas diferencias reflejan la influencia de las categorías de color y plantean la pregunta de cuántos colores pueden percibir los humanos. Para algunos, la mayoría de los rojos parecerán escarlata, mientras que para otros será rosa salmón.

Además, los investigadores parecen incapaces de determinar si estas diferencias perceptivas son biológicas o culturales. Oscilan entre la afirmación de que la biología es el factor principal y que factores de identidad personal, como género, nacionalidad y geografía, son más críticos. También puede haber diferencias en cómo los sexos ven el color a nivel genético. Las mujeres tienen dos copias del cromosoma X, la parte del genoma responsable de la discriminación del color. Como tal, podría ser posible que vean más detalles en el color que los hombres. También podrían ver un espectro más amplio de colores, extendiéndose más hacia el infrarrojo y ultravioleta. La dicromacia resulta cuando un gen mutante para un fotopigmento rojo o verde en el cromosoma X no expresa el fotopigmento retiniano, llevando a diferencias significativas en la percepción del color.

La diferencia entre hombres y mujeres

Alrededor del 40 por ciento de las mujeres puede tener visión tetracrómata. En otras palabras, sus genes pueden codificar la creación de cuatro tipos diferentes de conos en lugar de los tres habituales. Investigaciones experimentales tempranas en monos araña y mujeres humanas sugieren que este tipo de visión es real, y las mujeres que la tienen pueden ver más colores. Así que finalmente tenemos una explicación de por qué algunas personas difieren en sus preferencias de color de productos. En Bean Bags R Us, describimos los colores de los pufs basándonos en gráficos de color estándar para personas con visión 'tricromática' regular. Sin embargo, nuestros colores aparecerán diferentes para personas con visión 'dicromática' (daltonismo) o tetracrómata. El daltonismo, más comúnmente el daltonismo rojo-verde, es una condición genética que afecta la capacidad de distinguir ciertos colores debido a diferencias en los tipos de células cónicas y el procesamiento neuronal. La mayoría de los mamíferos, en contraste, tienen solo dos o tres tipos de células cónicas, lo que limita su percepción del color en comparación con los humanos, que tienen más tipos de conos. Por lo tanto, los fabricantes y vendedores de productos deberían ofrecer a los clientes imágenes de color que se adapten con precisión a su tipo de visión. El campo de la ciencia del color juega un papel crucial para asegurar la precisión del color para todos los tipos de visión. De esa manera, los minoristas podrían evitar clientes decepcionados. Naturalmente, ese enfoque aún está bastante lejos, especialmente para algo tan novedoso como la visión tetracrómata. Sin embargo, eventualmente será más claro a medida que obtengamos una comprensión más profunda del color. Entonces, ¿ves lo que yo veo? Desafortunadamente, la pregunta milenaria de si el rojo de una persona es el mismo que el de otra no tiene respuesta, al menos no todavía. Pero ahora sabemos más que nunca sobre el cerebro, la percepción del color y por qué vemos como lo hacemos.

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